lunes, 10 de diciembre de 2007

UNA VENEZUELA NUEVA ESPERA POR NOSOTROS


Una Venezuela nueva espera por nosotros.

Leyendo y escuchando al líder del chavismo derrotado he tenido que resistir la tentación, estéril, de la revancha. El video de la mierda, dicho por la mierda y rodeado de la mierda, fué lo que me hizo pasar la página de la revancha, la cuál me hubiese colocado en un mismo nivel de degeneración. Lo que ví en la televisión fue el espectáculo de un liderazgo político y militar sin presillas, finalmente degradado.
Me dije: Eso no es Venezuela. Venezuela es muy diferente a lo que hemos experimentado durante los últimos nueve años de “revolución”. La intensidad de esa tragedia y su carga de odios y resentimientos nos ha hecho olvidar, en el fragor de la batalla, que todavía hace cortos años podíamos conversar, en su biblioteca, con el ilustre Arturo Uslar Pietri y que los ecos de las voces de Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry y Andrés Eloy Blanco aún están lejos de extinguirse.
A pesar de mi euforia por el triunfo del dos de Diciembre reconozco que la batalla por la Venezuela libre, democrática y ciudadana que deseamos está lejos de terminar. Reconozco que la derrota sufrida por la dictadura exacerbará aún más los intentos de sumirnos en la barbarie y en la esclavitud por parte de quienes han hecho del poder su objetivo de vida. Ahora, más que nunca, es necesaria la formulación de estrategias cívicas que ataquen a los verdaderos enemigos de nuestra sociedad: la pobreza, la marginalidad, el rancho mental, la enfermedad, la dependencia en el estado paternalista, el fatalismo, la lucha de clases.
Veo hacia adelante, aprovechando que la espesa neblina se ha disipado un tanto, y diviso una futura Venezuela más compasiva, más tolerante, más incluyente. Esta visión más optimista y amable de nuestro futuro a mediano plazo es posible debido a los esfuerzos de una generación de venezolanos que por algunos años había estado ausente del debate abierto: los estudiantes. La vigorosa aparición de este nuevo actor coincide con el cierre de RCTV. Lo que comenzó como protesta espontánea de un sector tomó rápido vuelo al constatar que la acción había causado un impacto significativo, tanto en un régimen basado en el amedrentamiento de sus adversarios como en una oposición sedienta de héroes. Los líderes estudiantiles como Goicochea, Gonzalez o Guevara han sido, primero que todo, excelentes seguidores ya que han sabido interpretar lo que los estudiantes anhelaban: llevar la sensatez y la compasión al seno de una sociedad dividida y rebosante de bajos sentimientos, una sociedad cuya dirección deberán heredar.
Han surgido otros actores importantes, por supuesto. El cambio de rumbo que se ha llevado a cabo y el ejercicio de reflexión en el cuál estamos inmersos hoy todos los venezolanos se debe a la acción estructural de los estudiantes y a la aparición, más coyuntural, de iniciativas individuales que han influenciado y probablemente continuarán influenciando el curso de los acontecimientos. Entre ellos, las de Raúl Baduél, Ismaél García, Hermán Escarrá y,en menor grado, Marisabel Rodríguez. Estos venezolanos dieron un paso enfrente en el momento preciso para galvanizar la opinión pública venezolana. Correctas o equivocadas, sus posturas han tenido una influencia importante en lo que está sucediendo y creo que todas han contribuído, por diversas razones, a configurar un clima de opinión favorable a la democracia venezolana. No podemos olvidar al grupo de intelectuales venezolanos, a los medios periodísticos y televisivos democráticos y a los grupos de la sociedad civil que han hecho de la lucha contra el abuso de poder una tarea a tiempo completo. Me han impresionado mucho los escritos de ensayistas como Antonio Sánchez García, Carlos Blanco, Eddie Ramírez, y Laureano Márquez, las caricaturas de Rayma y de Zapata, los blogs de Daniel Duqenal y de Miguél Octavio, los análisis de Veneconomía y los sitios de opinión tales como megaresistencia, analítica, venezuelareal, venezuelatoday.net, noticierodigital.com y otros, todos dedicados a mantener en efervescencia el amor por la libertad. Me ha llenado de satisfacción la entereza de empresarios como Rafaél Alfonzo, Oscar García Mendoza, Alberto Federico Ravell y Marcel Granier. Me reconforta saber que la Gente del Petróleo ha estado siempre lista para la defensa de los principios democráticos y meritocráticos. Le hago un especial reconocimiento a los numerosos e incansables transmisores de información por Internet, quienes conservan nuestros buzónes llenos de información, noticias y opiniones destinadas a mantenernos alertas.
Han aparecido en la escena venezolana héroes ciudadanos. Ellos nos hacían falta. No hay sociedad civilizada y progresista que no pueda mostrar cinco héroes ciudadanos vivos, maestros de a pié, por cada prócer en bronce y de a caballo. Ellos son los héroes que nos recuerdan la frase de Martí: “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros quienes tienen en sí el decoro de muchos hombres”.
No hay soluciones mágicas.
Si hay una lección que desearía que todos hayamos aprendido de lo que hemos experimentado en estos últimos nueve años es que no hay soluciones mágicas para convertir a nuestra nación en civilizada y próspera. La solución no es el mesianismo, ni la limosna en gran escala, ni la revolución de las palabras, ni la atención superficial de las necesidades del pueblo mientras se descuidan sus necesidades estructurales. La solución es de largo plazo y requiere de múltiples períodos presidenciales democráticos, ninguno de los cuáles se dedique a destruir lo que otros han hecho con anterioridad o a tratar de perpetuarse en el poder. El progreso requiere de estadistas dispuestos a correr un maratón, no de populistas empeñados en correr los cien metros planos.
De allí que, al tratar de ver hacia adelante, pienso que hay cuatro aspectos que deberían ser seriamente considerados como objetivos nacionales de primer rango:
El primero es la cicatrización de la gran herida abierta en el corazón de los venezolanos debido al odio sembrado durante los últimos años. Esto no será fácil porque continuarán existiendo abundantes promotores del resentimiento racial y de clases. El ejemplo del estudiantado podrá ser la punta de lanza de este gran movimiento de reconciliación. Nunca he tenido dudas de que el pueblo venezolano es generoso y cordial por naturaleza. Cuando manejé por diez años una organización cívica para enseñar valores ciudadanos y luchar contra la corrupción gubernamental (1990-2000) mis mejores aliados fueron los venezolanos pobres, los más humildes. Nunca olvido la historia del jóven nacido en Catia, quien creció en Los Teques, en el seno de una familia sin bienes de fortuna, quien logró estudiar y hacer una respetable carrera en la industria petrolera, sin palancas ni conexiones extrañas, apoyado por la educación recibida en el hogar y de los maestros. Esa es mi historia, así como la de miles de venezolanos de clase media o trabajadora con deseos de superación. Por ello sé que los venezolanos tienen con qué superar el odio y el resentimiento para vivir y luchar juntos por un país mejor.
El segundo es lograr superar la creencia que las constituciones y las leyes son las que determinan el progreso de una sociedad. Si ello fuere así las sociedades que han tenido más constituciones y tienen más leyes serían las más avanzadas. Está a la vista que esto no es así. Bolivia y Venezuela no están más adelantadas que los Estados Unidos o Inglaterra.El ingrediente esencial del progreso de una sociedad es el comportamiento, las actitudes de sus miembros, lo que De Toqueville llamó “los hábitos del corazón”. Lograr el cambio actitudinal en nuestras sociedades es una tarea tan ardua que nos resistimos a tomar por ese camino, prefiriendo las soluciones mágicas. Consideremos el solo ejemplo de la confianza. Si no tenemos una base sólida de confianza en los demás no solo seremos infelices sino que todas nuestras transacciones sociales, económicas y políticas serán mucho más costosas y tomarán un tiempo precioso. En Caracas mantuve una cuenta bancaria por más de 20 años pero nunca dejaron de pedirme toda clase de formularios y de nueva información para mis modestas transacciones. En Disneyland, hace ya 30 o más años, entré al banco del parque de atracciones, donde un cajero vestido de Mickey Mouse me hizo efectivo un cheque sobre un banco de Nueva York sin pensarlo dos veces. La confianza promueve la utilización eficiente del tiempo y ello se convierte en progreso.En este sentido es preciso pensar bien si una, dos o tres Asambleas Constituyentes como las que se han armado en Venezuela, Bolivia y Ecuador o propuestas para nuevas constituyentes pueden ser la solución de nuestros problemas o si representan, más bien, más intentos de soluciones mágicas y peligrosas para nuestros graves problemas.
Lo tercero es que debemos dedicarle más tiempo al trabajo que al juego político. El trabajo es mucho más duro y menos sexy que el fascinante juego de poder que es la política. Por ello muchos líderes políticos han fracasado, ya que nunca comenzaron a trabajar. Nuestro presidente dijo en su discurso inaugural, en Enero de 1999, que antes de comenzar a trabajar en lo económico y en lo social iba a resolver, primero, lo político. Y fíjense donde estamos: La inflación, el desabastecimiento, la criminalidad, el desempleo, la pobreza, la falta de viviendas, la pobre infraestructura física, todo esos males se han multiplicado, tal como se multiplican las ratas en una casa sin gato. Trabajar requiere de un equipo multidisciplinario competente y del concurso de toda una nación. Imponer una sola manera de hacer las cosas, excluir al adversario de los procesos de toma de decisión, imponer un equipo mediocre solo porque obedece ciegamente, es la mejor manera de fracasar.
Por último, el liderazgo político necesita mantener una permanente capacidad de rectificación ante el error. Es irracional que se pretenda crear un estado cuadrado para un pueblo redondo. Un sastre no hace el traje que él prefiere para tratar de vestir al cliente sino que le toma las medidas al cliente para hacerle el traje que le siente bien, sugiriendo, a lo sumo, algunas mejoras. La grandeza de un líder consiste en reconocer el error y rectificarlo, no en persistir en cometerlo una y otra vez. Y esto aplica al liderazgo de nuestro país durante los últimos cuarenta años, no solamente al que hemos sufrido en la última década.
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En estos días de Diciembre me siento ya invadido por el espíritu de la navidad. Me parecen simpáticos todo los niños, hermosos todos los paisajes, bondadosas las caras de todos mis semejantes. Poseído por este sentimiento de bienestar espiritual les deseo a todos mis compatriotas tranquilidad y paz en estos días y en todos los días de sus vidas.

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